En los últimos meses el inversor medio ha tenido que aprender numerosos términos nuevos: monoline, activo tóxico, CDS, etc. Términos que no estaban en el diccionario del inversor medio hace poco más de un año. La situación actual es mucho más compleja que otras muchas en que bastaba con hacerse una serie de preguntas sencillas tales como:
¿La bolsa está barata?
¿Se va a producir una política monetaria expansiva? = tipos a la baja
¿Las manos fuertes están tomando posición?
Ahora el entorno es mucho más complejo. La política monetaria es hiperexpansiva pero ha sido la expansión monetaria la causa de la catástrofe. El tipo de interés al que prestan los bancos centrales a los comerciales no tiene nada que ver con los tipos de las hipotecas o con el crédito a la empresa. Los gobiernos parece que intentan hacer algo, pero parece que ni saben qué ni como. Al final conviene bajar al suelo, como dicen por ahí ‘back to basis’. El fenómeno económico es complejo, cierto, pero al final se trata de principios sencillos que pueden animar a poner luz sobre lo que ocurre y, sobre todo, lo que ocurrirá.
Una economía equilibrada es aquella en que las demandas de los consumidores tienen una contrapartida de bienes y servicios a un precio acorde con el trabajo y capital necesario para producirlo. Ya se que eso de la teoría del valor ya no se lleva. Pero conviene recapacitar sobre el hecho de que no hay nada más antieconómico que el pan se venda a un céntimo el kilo, si esto es así, es que algo no funciona. Los controles de precios siempre llevan a una situación de caos: con escasez y mercado negro, típicas situaciones de posguerra. Es fácil de entender que si a un bien se le pone un precio absurdamente bajo la oferta se contrae, los Estados tienen que intervenir y … mal vamos. Los defensores del libre mercado lo son porque el precio es un vehículo transmisor de información entre los oferentes y los demandantes. El precio libre implica que el mercado está informado y unos detectarán la oportunidad de negocio e intentarán en libre competencia satisfacer a los demandantes hasta que las cosas alcancen un equilibrio.
Alguien dirá que esto es muy bonito pero que al final hay ‘poder de mercado’ cosa que es cierta, pero para eso deberían estar las autoridades y la ley, para evitar los abusos que genera el ‘poder de mercado’. Las personas son, en buena medida, impredecibles, pueden cambiar de gustos, hay modas, nacen sustitutivos, cambios tecnológicos, etc… La adaptación del sistema a la nueva realidad sería imposible sin el comercio libre. Algunos dirán que a qué viene esto, pues bien.
Lo que ha ocurrido tiene algo que ver con todo esto. El dinero ha estado absurdamente barato y ello ha llevado a distorsiones. No ha generado escasez de nada, pero al menos si ha generado especulación, mercado negro, fraude y racionamiento. En España buena parte de la financiación municipal ha sido fruto el boom inmobiliario y el racionamiento de suelo. Tanto el sector bancario como la construcción son negocios hiperregulados y los resultados los tenemos a la vista. El dinero ha financiado negocios ruinosos y la vuelta ha sido una contracción de la masa monetaria y de la velocidad de circulación del dinero afectando al crecimiento y a la inflación. Estamos en una fase contractiva tanto de la masa monetaria como del consumo y la inversión. Conviene echarle aun vistazo al video de Ron Paul, que en mi opinión da en el clavo.
Todos nos preguntamos como se arregla esto. Tenemos la solución de aprendiz de brujo que se está intentando y la solución más lógica. Ambas son dolorosas. Hay que recuperar el equilibrio razonable en la estructura económica y que no se vuelvan a generar distorsiones. El problema ahora es el tremendo agujero existente y … los aprendices de brujo. Los enormes recursos para tapar las vías de agua no salen de la nada y terminarán por generar nuevas distorsiones, posiblemente en la moneda. Con una parte de la banca nacionalizada de hecho el agujero ha pasado a estar en todos los bolsillos y si algunos se empeñan en mantener los viejos equilibrios será a costa de todos. La amenaza de una espiral inflacionista está a la vuelta de la esquina.
Porque quién más y quié menos se pone a la cola dando codazos en cuanto el gobierno saca la chequera. Plan de rescate para bancos, automovilísticas, y lo que venga, que paga el de atrás. ‘Too big to fail’ dicen.
Y si jugamos a las adivinanzas. Bueno aquí hay un interesante post que explica lo duro que sería la caída de General Motors y Ford. Entramos en el mundo de los cambios tecnológicos y seguramente la administración Obama tiene perfectamente claras unas cuantas cosas como son:
1. El cambio tecnológico en el sector automovilístico puede suavizar la crisis, como en otros momentos lo hizo fomentando el crecimiento.
2. La apuesta por el cambio de modelo energético para ser menos dependientes del petróleo también es importante.
¿Quiere esto decir que hay que invertir ahí?. Pues no necesariamente, porque puede que las automovilísticas antes de ser reflotadas sean convenientemente desgrasadas. A pesar de lo que pueda pensarse el automóvil moderno es una complejísima máquina. Si viene el eléctrico puede que no sea más barato por el coste de las baterías, pero todo lo demás será mucho más barato y con menos requerimientos de mano de obra y maquinaria.
Y después de todo este rollo qué. Pues que en España tenemos unos veinte años perdidos. La educación está mal, la administración pública está hipertrofiada, los ayuntamientos no pagan y la estructura económica no se asemeja en nada a la de un país desarrollado. Hay empresas excelentes, fantásticas como Acerinox, Amper, Indra, Inditex (estudiada en todas las escuelas de negocio del mundo como modelo organizativo), El Corte Inglés (que lo único que no tiene es internacionalización), Iberia o Telefónica, pero son pocas. Los cambios tendrían que ir por las siguientes vías:
1. Mejora del modelo educativo. Y me refiero a una mejora radical que permita la inclusión en el mercado de trabajo desde edad temprana.
2. Contracción de la administración (del orden de un 60%!)
3. Evitar distorsiones de mercado por intervención pública (hay mil casos)
4. Cambio de política energética
5. Mejora del ambiente para que el sector industrial de alto valor añadido pueda crecer (energía barata, ventajas fiscales, capital humano e investigación promovida por la administración)
Mientras eso no se haga el momento de la recuperación se retardará y desde luego no tiene pinta de estar en el buen camino.
¿Y mientras tanto que hacemos con el dinero?. Existe un riesgo cierto de que la inflación comience a ser un instrumento para bajar los salarios reales y aliviar las deudas de algunos a costa de destruir el ahorro. Conviene estar preparado para poder escapar a esto. Tradicionalmente hay tres vías para hacerlo:
1. El oro
2. La vivienda
3. La bolsa
La vivienda, a menos que no baje más de precio (40% más en términos reales), no es camino. Es un bien ilíquido y ahora está en el ojo del huracán, dentro de dos o tres años ¿Quién sabe?
La bolsa puede ser un modo, por lo que conviene estar preparados en caso de que se produzca un cambio de tendencia. Los bonos no son una forma de salvaguardar el capital en caso de inflación alta.
Lo que muchos descuentan es una jugada de este estilo. Se infla la deuda norteamericana, se ponen a imprimir billetes, la inflación se dispara, los bonos caen a plomo y la crisis se la endoso a chinos y japoneses. Unos cuantos ahorradores se quedan por el camino, bueno, pero el dólar se desploma y eso me salva. Por otro lado a ver si somos capaces de bajar el déficit público y la bandera de las barras y estrellas volverá a triunfar. Cuidado con esto, porque no sería la primera vez que se hace algo parecido. Los chinos ya están … acojonaos, pero claro es que ellos han comprado mucha deuda americana para que el yuan esté por los suelos. Dicen que temen un default, pero no habrá default, los norteamericanos tienen unas fantásticas imprentas que evitarán eso.
Me ha gustado el comentario y coincido con tus puntos de vista.
Impresionante el vídeo de Ron Paul. Tiene mucho valor al ir contra la corriente general. Aunque me temo que casi ninguno de los presentes en el Congreso haya entendido nada.
Saludos.